I

Guardo una piedra del lado derecho
sedimento de los años
un diario de los días secos
cuando el aire me esquivaba
igual que ahora el sol saltea mi patio.
Traslado mi piedra en secreto y a oscuras
como una caja que quedó sin abrir
después de la mudanza, cerrada
de casa en casa la llevo
con el polvo de los rincones
en que resistió.


II.

¿Cómo será? Sospecho
rígida como toda
piedra que se precie,
sin músculo, puro hueso
semilla de montaña
calcificada por la falta de oxígeno.
De cáscara porosa, absorbe
nunca suelta.
Piedra materna, corazón mineral
segundo corazón
un contrapeso en el cuerpo.
A esas profundidades no llega la luz
pero si el primero sabe
aun en lo oscuro, ser rojo
gris negro el segundo
color del tiempo.
No late 
crece
mi piedra agazapada.

Hay días que
la piedra
es una piedra
y nada más.
Peino la sábana
una mano tibia
recorre la
piedra.

Corté uno esta mañana.
Parecen cables
blancos.
Podarlos, verlos aparecer.
Son más. Me muestran que pronto
no los voy a poder cortar
que serán miles y entrarán en mis ojos 
en las orejas en las fosas nasales.
Saldrán de las vértebras de las costillas.
Como una enredadera.
Me amansará
caminaré más lento
al paso de la luz en verano.

El truco fue sencillo, repetir
cada día un poco
ni tanto para no 
perder el sentido o deformar
los recuerdos, como las palabras
si las decís demasiado
se alejan de lo que eran.
Aunque a veces puede, al revés,
ser necesario
repetir para cambiar
un detalle, variar un gesto,
una respuesta, un personaje
para que pierda filo la escena, 
hacerla más recordable.
La memoria lo practica
todo el tiempo sin querer
y yo ejercito desde niña,
son movimientos
de defensa personal.

Qué significan estos pájaros
volando en círculos
en la orilla de la cama.
En otros tiempos un prodigio
irrumpía maravilloso
en el cielo y los augures
tenían el saber,
podían descifrar, decir,
sobre todo
qué hacemos ahora,
la expiación. Como una madre:
tenés frío, criatura, tenés hambre, 
te alimento, te abrigo, a dormir.

No estoy diciendo nada nuevo,
todos queremos reparar
la lluvia que no para en el estómago, 
el silencio en el hueco del pecho.
Un instante encima
de otro instante,
no hay, no vendrán, nadie sabe.

No es un dibujo
es algo así como un túnel.
Mientras presiono sobre el blanco
me dejo ir
en lo espeso del crayón
como si fuera la primera vez
que algo es fácil. 
Lo hacía pensando que hoy
al mirar el dibujo
iba a volver al pasado, ese presente
en que no sabíamos cómo
resultaría todo,
igual que ahora mismo.
Cuando no sabíamos 
en qué minuto, qué tendríamos puesto
en qué posición del cuerpo, en qué lugar
de la ciudad quedaríamos
congelados como en el juego
cuando pausa la música
ni qué objetos en las manos
habríamos de soltar
para taparnos la cara, salir,
una urgencia lenta
ya sin apuro.
A veces lo busco
para volver,
para ver si sigue,
el momento en que ella
estaba
por borrarse del mundo.

En la foto nos tapamos
el beso con una manta,
era de lana gris
pero en la foto es roja.
Cuántas cosas más
habrán cambiado
de color.

Hay que quedarse bien quieta,
cualquier movimiento
traerá otro después.

·

Me hace recordar
pero no,
es la sensación
el recuerdo fantasma.

·

Todo ese tiempo
que alejé los ojos
vuelve ahora, junto
en un solo momento.

·

En esta casa no hay palabra 
para lo que no se pregunta.

· 

Crucé
pero del otro lado 
salía el mismo humo.

·

El llamado es suave y continuo, 
pasea lento
como un gato entre tus pies.

·

Hay días que
la piedra
es una piedra
y nada más.

·

Desde este momento
todo lo que usted diga
será usado
en favor de mi fantasía.

·

El cartel dice
“plataforma de observación”.
No sé qué es lo que tendría que ver
pero hago caso.

·

Será verdad que ocurre
de un segundo a otro
no saber de quién son esas cosas
que te miran.

·

Quería soñar con un beso en verano
algo simple
recordable.
Planto una bandera
para que germine a la sombra.
No marca territorio
no declara la guerra
no es cuestión de propiedad
ni de patria.
Es una bandera
de interior.
Cuando vuelve el día
ciertos rituales son necesarios,
un ancla bien pesada
que amarre,
nunca andar a la deriva
ni aun cuando el mar parezca
largo lago manso.
Digamos que al nacer 
nos trenzan con otros
y después
como esos juegos de ingenio,
pasarse la vida
desatando, respirar entre los nudos.
Si lo que evitábamos
todos los días
masticando más fuerte
cerrando los dientes para que
ni un tajo de luz
cambie el rumbo del aire,
los músculos tirantes,
la escena intacta
con un bala cargada
en la punta de la lengua,
y no,
no estamos ahora
más a salvo que entonces.
Detrás de la mesita azul, escondida
maté a mis tres hermanos
y a papá, uno por uno
con las manos disparé
no sonó pero cayeron
al suelo, los vi
y no supe qué hacer. 
Lo que podría haber pasado no es 
pero el corazón insiste
podría haber sido
una noche de verano
la habitación de alguien en el agua,
eso que está por ocurrir podría
romper esto para siempre
y qué es “esto”, y quién sabe
si estuvo entero alguna vez.

Transformers


Hacerse burbuja
cuando el malhumor
el mal humo
el humo negro.
Él no sabe sostener
con la punta de los ojos
el nombre breve de esta luz.
Mi límite, dice, pero 
su silueta derrama por los bordes,
no cabe en la penumbra.
Él no sabe 
mastica un verbo antiguo.

En los párpados guardo
una araña tejedora
para dar testimonio.
I

Desde mi jaula ensayo
decir un paisaje invisible a la luz.
Un pájaro puede ser
la manera de mirar
esta ruina sin dolor.
Una pieza que cante
pero contenga
la densidad necesaria
y aún así nos quieran
y no nos olviden.


II

Nadie gritó
el día que estalló todo,
nos preguntábamos
por el tiempo.
Ahora arrugamos la nariz
y estiramos el cuello
como si así pudiéramos
escuchar el tajo en este silencio,
algo de sangre entre las plumas
sería más creíble,
sería un consuelo
que no existiera belleza
en lo que se pudre.


III

Para qué contar el tiempo
que lleva roer
una ciudad, una foto
un cuaderno, una familia
un día cualquiera, todos
se parecen,
construir o demoler
es lo mismo.

En esta hora no hay amparo 
ni hoguera
que nos rescate del invierno.

La nariz en el fondo
de la pecera,
dos rostros los pies
no pisan el suelo,
reciben la luz.
Las manos, los brazos
caen hacia arriba.
Fuera del agua
no respiro, floto.
Que alguien me ordene,
por favor.
Desde el dedo chiquito del pie
me entierro acá
debajo de mí.
A la intemperie todo
se derrite o se pudre.
No siempre
se dobla la ropa
sino todo lo contrario a siempre
solo cuando el tiempo sobra como corre el hilo
como ese chorro que antes de apretar la canilla sostiene ese chorrito no parece transcurrir desde la boca al desagüe acaso cada gota pasa por todos los puntos o mienten mis ojos que ven la misma gota nadar en el mismo lugar del chorro que la canilla sostiene hasta que lo tocás con el dedo para interrumpir el curso de algunas cosas era la única forma de comprobar si lo que parece es pensaba de niña algunas aunque parecen no son sólidas ni siquiera continuas incluso hay las que se derrumban con solo apoyar la yema del dedo que mejor no tocar ni decir una palabra lo he visto puede ser un dedo que corta el cuerpo continuo que no es uno ni deja de transcurrir como el tiempo no muestra sus gotas pasar de un segundo a otro podríamos estar en el mismo momento sin embargo no hay decimos tiempo entonces la ropa no se dobla se hace un bollo o a lo sumo se maniobra en el aire en una sola toma de dedos para que el cuerpo de tela baile tres pasos y se arroje a la cama o directo al cajón se lo cierra con un toque de cadera no hay aunque el chorro de la canilla tiempo de ver la tela plegarse ni estirar la arruga en un perfecto doblez un tercio sobre un tercio de trapo para mandar al cuerpo apilado a dormir al cajón donde encontrarlo la próxima y vestir el cuerpo de cuerpo 

Demolición


Todos
fuimos arrastrados
a esa habitación
en ojotas, a cenar
a mirar fijo la hora
en que las cosas se deforman
hasta el pelo se penumbra.
Cómo no morir.
Entre escombros bien se descansa
las cosas tienen peso
y hay mucho para hacer.
Levantar el poema
o mudar los días
a otros días
o mudarse
bajo tierra.

Es inútil sonreír
tapando el polvo
que quedó entre los dientes.
 

Cada tanto una anciana
se me acerca en silencio
con ese tiempo que sólo
quien ha sido tiempo
por más tiempo
puede tener.
Se recuesta en mí,
respira como frotan
las pantuflas el pasillo,
Suelta su peso, ligero, el mío
hacia la tierra,
se hamaca, cultiva la espera.
O al revés.
 

Conjuro para la niña de la laguna


La rama de la noche le deshila los ojos / las tejedoras diurnas / duermen como la casa.
La niña / lánguida se estira / una caricia a lo largo del cuerpo / pero no sabe / ay / nadar en la cama / de agua que no desemboca.
La niña de la laguna / se esconde en las cuevas blancas / no escapa / del manto de sombra / jardín de silencio / la entrega a las flores hambrientas del desamparo / agua que no desemboca.
Entonces las tejedoras / venían a salvarla / angelito de Dios / de lo que se vive y no ha sido / aún, cómo saberlo, / vivido.
 

La ausencia es más
que esa porción de cama fría,
una prenda sin volumen.
Quisiera explicarlo mejor
pero no tengo con qué.

Soy la casa
que espera que sus habitantes
vuelvan de las vacaciones
prendan las luces
y enchufen
los electrodomésticos.
Boca abajo escucho
algo lindo que no entiendo,
igual no importa la palabra
puede ser una u otra
repetirla y siempre
va a decir exactamente
eso que no podemos.
De espaldas es más fácil.
Trepás tu peso sobre el mío,
me muevo lento para no
espantarte, como un palomo
saldrías volando.
Los labios, ahora entiendo,
llevan la misma piel
de todo el cuerpo.
Habría que tirar
bombas como lágrimas
y huir de esta boca
antes que el humo,
pero el cuerpo vibrátil
no corre, se deja
tatuar las pupilas
de ojos abiertos.
Qué pobreza
no ser mutante
cebolla no ser
más que esta
al borde de mí
jaula de piel.
El aire amasa
el cuerpo leva
se rompen las raíces
de las plantas.
Mientras la canilla, el árbol
la ventana, la nuca
se revelan 
buscás una
palabra que nombre.
Sumergir el cuerpo en el cuerpo
debajo de lo hondo.
Donde respiro, nace el aire.
Con qué artificio
iluminar ventanas,
marcar signos
en las paredes,
regresar de la guerra
después de haber tocado el hueso
con la yema de los dedos.

En forma de libro




Después del final
Claraboya Ediciones, 2017





Van llegando. Premio Poesía Bienal Arte Joven Buenos Aires
Mansalva, 2017




Hablar de Poesía 39
Audisea, 2019




Otras nosotras mismas. Antología homenaje a Olga Orozco
Agua viva, 2020




Una imagen para decirlo. Antología
Paisanita Editora, 2022